Asociación Serranía de Guadalajara

Pregón del XVIII Día de la Sierra

Por Cristina Toledano

Muy buenos días a todos y a todas .
¡Qué gusto da ver tanta gente reunida en Las Navas de Jadraque, con este sol de otoño que nos acompaña, para celebrar el día de la sierra!

Gracias a la asociación Serranía de Guadalajara por pensar en mí para este pregón. Es un honor y, sobre todo, una gran responsabilidad, porque si algo me une a esta tierra es el cariño, el respeto y las ganas de seguir descubriéndola. ¡Gracias también a las autoridades presentes, que hoy han hecho un hueco en sus agendas para poner a Las Navas de Jadraque en el mapa —aunque yo sospecho que muchos repetirán- porque quien viene a la sierra… acaba volviendo!
Hace unos días, subiendo al Ocejón desde Majaelrayo —que ya sabéis que tiene su aquel, sobre todo cuando piensas que estás en forma y te encuentras sudando camino de la Peña Bernardo – pensaba en la grandeza de esta Sierra Norte de Guadalajara.

Mirando el paisaje desde arriba, se me vinieron muchas cosas a la cabeza: los barrancos del Jarama y del Jaramilla, los montes que parecen no tener fin… y también las marcas del incendio del Pico del Lobo, que nos recordó hace unas semanas que esta tierra, aunque fuerte, también necesita que la cuidemos.

La Sierra Norte no es solo un espacio natural protegido, de hecho, está integrado dentro de la red Natura 2,000 —ni un decorado para instagram, aunque también dé para mucha foto bonita—.
es una tierra viva, con pueblos distintos y gente que lucha por mantenerlos en pie.

Y ahí está el mérito de la asociación Serranía de Guadalajara: dar voz a todos esos pueblos y tejer una red entre quienes aman esta tierra.
no es fácil encontrar vínculos entre El Cardoso y Almiruete, o entre Sigüenza y Palancares… pero esta asociación lo ha conseguido.

Entre sus proyectos hay auténticas joyas: el Vocabulario Popular Serrano, el Libro de los Pueblos abandonados, el trabajo de recuperación de la toponimia… y, cómo no, el Certamen de Relatos Cortos, que este año celebra su cuarta edición, con 38 relatos recibidos, 9 de ellos infantiles. Y el concurso en honor a Francisco Martín “Larami” demuestra que la sierra también se puede contar desde las palabras —historias que huelen a jara pringosa y suenan a arroyos en primavera—.

Este evento, que ya alcanza su mayoría de edad, vive su mejor momento, porque celebra lo auténtico, lo que verdaderamente une a esta sierra.

Porque de eso va este día: de celebrar la esencia de la sierra, de disfrutar del folklore, de la música, de los mercados y de las conversaciones.

Yo llevo años recorriendo la sierra a pie, con amigos serranos que me han hecho de guía. He conocido el Sonsaz en Valverde, el Pelagallinas en Prádena de Atienza, el Bornova en Hiendelaencina, el Sorbe, el Cañamares… y en cada sitio he aprendido algo: que la sierra se entiende andando despacio, escuchando y respirando. He visto cómo sus gentes arreglaban caminos, balizaban antiguas sendas y tendían puentes. me han encendido una lumbre para tener un lugar calentito al terminar la marcha.

Por ello, hoy también toca reconocer a quienes la mantienen viva:
a Rafa Ruiz, serrano del año y director del Parque Natural, siempre implicado y cercano; estad atentos, porque Eliseo y Rafa tienen entre manos algunos proyectos que afectan a Las Navas.
A Miedes de Atienza, pueblo serrano y cidiano, ejemplo de serenidad y de buen hacer; con sus molinos en tierras de frontera.
A la ganadería Ruth y al bar Casa Juan, como empresa serrana, representando el valor de emprender desde aquí;
y a Felipe Cuevas, nuestro abuelo serrano, la sabiduría de toda una vida.

Se habla mucho de despoblación, pero hoy no toca hablar de eso.
Hoy toca hablar de ganas, de orgullo, de oportunidades. de hombres y mujeres que apostaron por la vida rural. Porque para quedarse en un pueblo hay que tener valor… pero también corazón. Y aquí, entre todos, hay mucho de ambas cosas.

Hace unos días visité este pueblo y recorrí sus calles con Eliseo, su alcalde desde hace diez años. En la puerta del Museo Etnológico, una pala y un rastrillo; y en la calle, varias familias escoba en mano poniendo guapo su pueblo, para mostrar la belleza de su pueblo a todo el que hoy se acerque a vivir el Día de la Sierra.

Porque Las Navas de Jadraque sabe lo que es luchar por su futuro.
A mediados del siglo pasado, cuando el Icona quiso transformar este lugar en un pinar de repoblación, los vecinos se levantaron y pararon las máquinas. Dijeron “no” al olvido y “sí” a la vida en el pueblo.
Y gracias a aquella rebelión, hoy estamos aquí celebrando el Día de la Sierra en un pueblo que no se rindió.

¡Como para no brindar por ellos! —y, si se puede, con vino de la tierra—

Este pueblo lleva años preparándose para recibirnos y en 2019 fue galardonado como Pueblo Serrano. Desde entonces y sin grandes presupuestos, que no vendrían mal, ha estado dotándose de infraestructuras y servicios para demostrar que, con el esfuerzo de todos, la vida en el pueblo es posible.

Os invito a descubrir sus rincones recuperados: el museo etnológico, el lavadero, la fragua, el horno… lugares que cuentan historias del pasado y que hoy vuelven a cobrar vida.

Las Navas de Jadraque nos abre hoy su pueblo y su corazón, con la ilusión de que nos enamoremos de sus calles y volvamos pronto, cuando el silencio vuelva a inundar este rincón de arquitectura dorada.

Así que, después de las inauguraciones y los discursos, os invito a vivir la sierra: a probar sus sabores, a escuchar su música, a caminar sus calles y a hablar con su gente.

Porque esta sierra no se contempla, se vive.

Y ojalá que, al final del día, todos nos llevemos en el alma un poquito de esta tierra que tanto queremos.

Muchas gracias… y ¡feliz Día de la Sierra! ¡Viva la sierra viva!

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